junio 22, 2006

SML

Un servicio que se dice “médico y legal” debe actuar acorde con estos adjetivos

Imaginarse a la Ciencia solucionando todos los problemas de nuestra sociedad no cuesta nada –y puede ser hasta grato– pero suele llevarnos hacia el terreno de la pura imaginación y de ese modo nubla nuestra vista de uno de los aspectos más importantes e intrigantes que aún no se ha desentrañado -ni se le asignado su correspondiente peso- en todo este escándalo del modus operandi del SML. En el SML trabajan personas, y no unas entidades insípidas y perfectas, que como máquinas operan en el estricto ideal de un método científico más perfecto aún que las operarias.

Nada podría ser más ingenuo. Creo que el chileno solamente se engaña a sí mismo si realmente cree tanto en las instituciones constituidas por personas. OK, la TV nos muestra que afuera las cosas se pueden hacer de otra manera. Usualmente nos muestran muchísimo (o sea nos muestran un programa, luego otro igual pero en otro canal, y luego lo repiten una y otra y otra vez, así se nos termina pegando en la retina) a aquél otro sistema. Sí, ese mismo. El que funciona siempre. O el que demuestra lo absurdo de nuestros procedimientos nacionales.

Así avanza la Ciencia. Un paradigma se mantiene hasta que otro paradigma lo engulle, transforma los métodos –el modo o receta de realizar las operaciones necesarias para llegar a un fin o un resultado– dejando obsoletos muchos pero no todos los conocimientos adquiridos por el paradigma anterior. Si tuviéramos que reinventarnos cada vez que cambiamos el paradigma no habría progreso.

Se ha criticado ampliamente la carencia de infraestructura del SML (ciertamente, es vergonzoso que el lugar esté repleto de moscas, no cuente con una adecuada ventilación ni con cámaras modernas de refrigeración*), pero también se ha hecho otro tanto con los hábitos de algunos miembros del personal que ahí trabaja (sí, el material quirúrgico sin lavar al terminar el día, material orgánico originalmente perteneciente a personas que una vez estuvieron vivas disperso por los lavabos, etc.). A todos los que albergan la crítica punzante y rápida bajo su lengua, sin premeditación, esto constituye su más gloriosa fuente de energía. Todos indignados. ¿Dónde están los responsables? ¡Qué comparezcan! ¿Dónde se realizará el apedreamiento, al antiquísimo estilo judío? ¡Recojamos las piedras más grandes!

Cuánto conviene en realidad que así sea. Una turba enojada, un buen pataleo y sin grandes cambios cuando las energías se hayan descargado, cada uno se irá a su casa como si todo formara parte de un pasado poco interesante y en nada conexo con nuestra realidad inmediata, todo será olvidado. Ningún cambio de fondo se habrá realizado.

Cualquier persona atenta y diligente, mínimamente responsable y educada, puede seguir una receta. Esto es, cualquier persona que reúna las características anteriores puede seguir bien un protocolo. Entonces el problema no puede resumirse a protocolos. Se trata más bien, de decisiones llevadas a cabo en una historia de procederes particular de los miembros del personal del SML.

¿Por qué sería distinto a cualquier otra institución chilena? ¿Por qué carecerían de mañas, corrupciones o malos procederes? ¿Hay verdaderos motivos, fundadas apropiadamente, para la sorpresa? ¿Realmente se ha invertido lo suficiente en infraestructura y en la capacitación del personal del SML o de otra institución pública en Chile en los últimos años?

Hay que preguntarse: ¿Quiénes van a trabajar? ¿Cuáles son los mínimos requisitos laborales? ¿Cómo se realizará la acreditación correspondiente? ¿Las sucesivas capacitaciones? ¿Se velará por la independencia en la acción de estas entidades, y cómo se hará?

Obviamente el problema es mucho mayor que las víctimas del P29 y de los familiares que los sobreviven. Y por ende, NO debe –bajo ninguna circunstancia– reducirse a ello. Creo que es necesario atacar la raíz de este entuerto, determinar qué es materia de resolución jurídica, velar porque se llegué al fondo –a la desnudez, si se prefiere– de la historia del SML, se sancione lo sancionable, se proceda a realizar un funeral para el SML y se inaugure un nuevo SML, bajo todos los estándares (y otras palabras burocráticas) que se convenga deba cumplir una institución pública que lleve en su nombre los adjetivos de médico y legal.

El Gobierno (en representación de nuestro Estado que todo chileno compone) debe reparar los daños realizados, velar por la adecuada resolución de una justicia precisa y concreta, enterrar el SML y construir uno nuevo. Y esta vez sin pitutos ni amigos, sino con gente capacitada y mínimamente honrada, una infraestructura a la par de sus funciones y operaciones a realizar, y con una independencia de acción debidamente custodiada (porque pedir lo incorruptible, es como pedir que la Ciencia opere sin seres humanos que la piensen, creen y modifiquen constantemente). Antes habría que empezar por pagar lo que corresponde por hacer esa labor... tomemos por referente chileno, lo que se le paga a nuestros honorables e incorruptibles miembros del Senado.

* supieran ustedes en qué condiciones se hace ciencia en las universidades estatales.

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