El hombre que busca en su vida signos de grandeza
solamente encuentra frente a su imagen una gran pequeñez.
Lamentablemente no valoramos el silencio de nuestras virtudes
sino el carnaval de nuestras terribles desviaciones.
Erguimos memoria sobre aquellos asesinos que han hecho historia
y no recordamos el valor de los caídos durante su victoria.
Alimentamos a la Gran Máquina que consume al Mundo
silenciando a todos aquellos que tienen el coraje de revelar aberraciones,
martillando y hundiendo más aquel piquete insolente
que transformará al humano moderno en un fugaz instante
en la línea del tiempo cuyo desarrollo maneja la astuta Naturaleza
que aún sabe cómo defenderse... y hacerse oir.
septiembre 18, 2005
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