agosto 19, 2005

La sonrisa del viejo


En una plaza pública se arrima un anciano en una banca
su semblante parece atravesado por la gota
en sus arrugas uno podría perder la propia identidad
perder los años mirando ese rostro humano
sería más bien rejuvenecer la gloria de sus años mozos
en los cuales pareciese cada vez más sumirse.

Sus nietos le bailan enfrente de los ojos
a sus hijos los lleva en el corazón
su mujer aún le ama en sueños
allí vuelve a sentir el fuego de la pasión
media italiana medio catalán
porque el tiempo se la ha llevado del asilo a la tierra.

Escucha al gitano cantando en la esquina
con un acordión se imagina en las noches argentinas
con la boina y la rosa, la pierna de su esposa en su cadera
en su mente vuelve a revivir los instantes
en que el mundo yacía frente a él indomada.

La sangre flamenca no le abandona
allí viene la carreta familiar
los gritos de su madre
los zapateos bravos de su padre
las peleas de cuchillas por una deuda
la sangre presta a derramarse.

Su viaje por el mundo hasta la puertas del amor
en una taberna bonairense los besos prohibidos
las escapadas, discusiones con los suegros
no se aceptan gitanos en la familia
que no sepan tango bailar.

(inconcluso... debo mirar más sus arrugas y las mías propias)

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