Caminé esta tarde a través de los años
sobre otros miles de Felipes caídos sobre la playa
y muchos de ellos, en la arena, se me adherían
caminábamos juntos a trozos
y algunos de los míos se caían estrepitosamente silentes
arrojándose a una suerte de olvido preventivo
anhelando disolverse en las frías olas
convertirse en eternos
así ví como miles de Felipes han existido cada día
entendí con el atardecer que aquél vacío era mi lugar
para acostarme y esperar al siguiente
y en su rostro regocijarme cuando él se acueste a mi lado
ver en sus ojos la alegría del descanso
la melancolía de su tan buscada paz en la arena.
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