diciembre 29, 2005

Retirándome a mi caverna....

No me había sentido tan miserable como hoy hace muchos años. Solemos dar valor a lo perdido, pues lo comenzamos a extrañar. Pasa todo el rato con las cosas materiales, pero con las personas, puede pasar con algún terrible amor, empero no debiera ocurrir nunca con un hermano.

Me resulta imposible no ser duro conmigo mismo. Me resulta dificil abandonar las viejas costumbres... pues éstas llenaban parte de mi vida... Paz llenaba parte de mi vida, y ahora debemos conformarnos con vernos menos. Mucho menos.

Al llevarla hoy se nos quedó la mamadera en casa. Así que prometí volver para entregársela a las tías encargadas de cuidarla a partir de hoy. De modo que volví unas horas más tarde con mi Viejo y Tamara (mi hermana menor de sangre) a dejarle la mamadera con jugo para darle de beber (con lo porfiada que es para beber líquido) y jabón líquido para sus baños diarios (especialmente cuando hay que lavarle el potito).

Lo primero que me impactó de hogar es su pobreza. Aunque me consuela el hecho de que sentí en el aire mucho más cariño que violencia o envidia entre las niñas que allí viven. Supongo que es una manera natural de autoconvencerme de que estará OK.

Lo que no puedo detener es el sentimiento de odio hacia mí mismo, por ser tan débil, por no poder darle yo mimso un hogar a Paz, por no poder entregarle todo el amor que se merece las 24 horas al día, todos los días del año. Es un vacío lleno de desilusión. A donde mire dentro de mi casa veo sus huellas, sus estragos. ¿Qué me puede convercer de que estará mejor en el Hogar que en mi casa? ¿Ven?, aquí es donde descansa la peor de las imposibilidades... aquí no hay consuelo.

Cuando nos fuimos en la tarde, ella lo notó y demostró su pena. Jamás me había calado tan hondo su llanto. Claro, puedo fingir fortaleza. Siempre se puede fingir, inclusive, puedo optar por lo más fácil: no volver jamás al hogar a ver a Paz. Intentar olvidarla, o al menos acostumbrarme a su ausencia. La cuestión radica en que si quiero o no realmente lo más fácil.

La culpa no lleva a nada. Son tiempos difíciles (como los hemos tenido siempre en casa) y tendré que afrontarlos como tales... Ella merece los mejores esfuerzos de mi parte, aun cuando sea parte de su karma volver al Hogar en estos momentos...

Ahora cuando levanto mis ojos, descubro a mi vieja amiga melancolía.

-¡Tanto tiempo sin vernos el rostro! -abrazo largo y tendido, honesto- Estás nuevamente conmigo hasta que aprenda mi lección de esta experiencia.

Sólo quiero estar a la altura de las circunstancias. Como espero que lo esté Paz, ahora rodeada de extraños.


Lo peor es que cuando se ha vivido el exilio o el destierro (sea este voluntario o forzado), se sabe en carne lo que es estar solo frente extraños. ¿Empatía? Ojalá pudiese desvestirme de ella. La aborresco tanto como aborresco los felices momentos familiares sin Paz desde hoy en adelante.

¡Cómo detesto esta cálida caverna personal! Que la paz sea conmigo y con ustedes...

Tengo que pedirles un favor:

si alguna vez estáis en la duda de entregar o no a un menor a un hogar del SENAME o a uno particular, por favor no lo hagan... lo lamentarán más tarde.

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