diciembre 17, 2005

Sobre los pensamientos

Ayer venía a casa desde el centro, con la mochila y las manos llenas de cosas que había comprado para la Navidad, para la familia y para mí. Tuve una experiencia sensible y payasística.

Hay veces en que estoy consciente de que camino, respiro y miro hacia el mundo, afuera y dentro (aunque ya me pierdo en este dualismo ilusorio), y me maravillo ante las novedades que un momento antes no percibía. Digamos que con cada inspiración de aire se está consciente de los aromas, de los ánimos, de todo lo que me rodea. Cada paso que doy es un paso más cercano a mis metas en mis pensamientos. Sí, es como caminar sobre los pensamientos. Se está ligero, tranquilo y en paz con las circunstancias.

Me subí a la micro para regresar a casa, reflexionando sobre lo rico que había sido gastarme la plata en regalos y no en carrete ni en copete. Me daba lo mismo no tener billete pal carrete del Año Nuevo, ni pa la Navidad. Si estaba satisfecho, todo era bueno. Y esa bondad me llenaba.

Pues bien, en la Universidad Católica (Alameda c/ Portugal) se subió un señor a vender bebidas, cubanitos y alfajores. Debe de haber tenido más de 60 años. Seguramente rozando en los setentas. Sus arrugas me impresionaron, como pocas veces lo hacen las arrugas en otras personas (es una obsesión creativa que me sorprende de cuando en cuando). Mi sentimiento de satisfacción se retrajo inmediatamente cuando me hice consciente del cansancio sano de ese hombre. Tenía olor a trabajo de día completo en el centro, me imaginé su día. O bien su día se hizo dueño de mis pensamientos.

Lo ví subiendo sin cesar a cientos de micros en el día. Pasando las horas de calor bajo la sombra de algún árbol senecente en el centro. Cada venta representaba una ganancia por unidad de 30-50 pesos sobre el valor de su inversión. Me imaginé a las personas que viajaban en las micros y le compraban algo, reconfortándose la sed y el hambre con los productos. Él se enjugaba la frente sudada con la manga de su camisa blanca con rayas delgadas azules. El smog impregnado en su piel curtida y arrugada.

Sobre todo, luego de imaginarme su día, me capturó la atención la expresión de su rostro. Sus ojos sí reflejaban satisfacción. Y digo "" como diciendo que su satisfacción valía más que la mía. ¿Por qué comparé? No sé, ni idea. Sólo lo hice. Y me sentí pequeño.

La manera en cómo ese hombre se ganaba su vida, me hizo sentir vergüenza de mi orgullo universitario. El orgullo de saber cosas inservibles para ese hombre. Me imaginé su opinión ante mi consulta infantil: "¿Abuelo, qué te parece si estudio biología?" Y mi orgullo se hizo añicos. Y con ello sentí que mi satisfacción, era casi plenamente material. Creí notar que existe la diferencia entre la satisfacción de ese rostro y la mía, invisible para mí.

No entendí sino la tristeza que me embargó, y la felicidad con que la tranquilidad me inundó ante esa lección. Sus arrugas me dieron lágrimas. El rostro del mestizo obrero surgió como un ideal, de una manera que aún me es esquiva. Pero sus ojos me dieron paz, pues entendí que tal satisfacción se puede lograr. Sólo debo estar más atento y no dormirme más.

Tengo un miedo sano a quedarme dormido otra vez. Oro en las noches porque al día siguiente, todo lo aprendido en el trasncurso del día no se me escape, y que descanse en mi alma intranquila e inmadura, haciéndola crecer y brotar. Sueño con esa vida genuina, del trabajo bien hecho, mediante el esfuerzo. Siento deseos de botar mi vestido de "especial", quiero disfrazarme de sus arrugas y robarle sus ojos, aunque entiendo que sería mejor que sólo dejara que surgieran en mi rostro naturalmente. (ESTO ES PURA ENVIDIA!!!)

La melancolía me enseña tanto, y muy pocas veces la escucho. Amo tanto vivir que a veces no entiendo cómo dejo ir los momentos lindos con las personas que me rodean. y es que deseo vivir tanto aún, que tengo miedo que ese deseo no sea justo. Soy todavía tan pequeño que quiero crecer y demostrar lo que puedo hacer, y sentir (pues la demostración es para mí y no para el resto), que puedo regresar a casa, después de un duro día de trabajo, con esas hermosas arrugas, con esa mirada de satisfacción, con ese rostro de viejo callejero y sucio... en paz conmigo mismo.

Pensando en las lecciones de ese día. En la facilidad con que camino sobre mis pensamientos... en las lágrimas que me produjeron un día unas reflexiones de micro.


Namaste...
VIVAN LA VIDA!!!
POR FAVOR!!!
PERO CON LOS OJOS ABIERTOS!!!

UUUUY! pronto celebramos las primeras 500 visitas...

1 comentario:

Camilo dijo...

buuuhhh, yo fui la 502...

Es dificil saber cuando uno esta despierto... cuando las cosas son reales, y cuando son producto de tu esfuerzo. Tal vez hablar asi de la vida no tenga mucho sentido?