octubre 19, 2005

Aclaraciones de principios (inicios de la revolución payasística)

Es muy simple al final.

Todo comienza cuando nacemos. Nuestros padres nos educan, ayudan en el proceso natural del aprendizaje conductual, muchas veces inconscientes de los programas sociales que se "cuelan por debajo de la puertas" o que simple y llanamente son enseñados a las crías por medio de la televisión, la publicidad, los colegios, las relaciones sociales dentro de la familia, o cualquiera de las infinitas formas o expresiones de influencias que son propias de la sociedad. Todo esto, l@s niñ@s aprenden.

Esto influye en todos los actos que realizamos, es un proceso inherente a la epigénesis del Homo sapiens. En parte determina gran parte de nuestras vidas. Pero los programas nunca logran determinarlo todo. Existe el libre albedrío. O bien, la acción consciente de optar. Esta es la clave. Esto es lo que muy pocas personas aprenden a realizar fuera de las influencias sociales, fuera de los roles que asumen, centrados en el caso ideal, en su pura y absoluta individualidad.

Cuando estamos viviendo desde un rol, desde un programa socioconductual aprendido, tomamos muchas decisiones que nos llevan a lugares donde hacemos sacrificios inútiles, situaciones en las cuales entregamos una importante cantidad de energía para propósitos que en nada nos ayudan a crecer. Hay variados ejemplos.

"Hoy iba en la micro y se subío un mendigo a pedir limosna. Le escuché su petición y se me ablandó el corazón y le dí plata. Yo no tengo mucha plata, pero no soy tacaño como los ricos".

Ese es uno muy típico. Programas: el altruísmo, la compasión, juicio moral, etc. Puros programas ajenos a nosotros, que sin embargo realizamos como lo haríamos con nuestras necesidades básicas biológicas de dormir, defecar, comer o fornicar.

Todos estamos felices... ¿o no?

Esta es la pregunta de los osados, los que se atreven a averiguar dentro de sí mismos, callando toda influencia, suelen azotarse contra el Gran Muro de los Lamentos. Es una respuesta terriblemente honesta. No existe la piedad en la opción de ignorar nuestra auténtica voluntad. No existe el regreso del tiempo perdido, pero si existe el consuelo del aprendizaje.

Nunca dejamos de aprender. Nunca perdemos el libre albedrío. Pues claro, a veces se hace difícil volver sentirse dueño de las situaciones, ganar control sobre los propios actos, sobre la propia vida. Pero NUNCA se vuelve IMPOSIBLE.

Se necesita coraje y determinación. Cuando logres el estado de la consciencia, pues decide. Opta. Si optas por esta misma vida de antes, está bien. Si optas por otra cosa, también está bien. Lo que importa, es que lo hagas conscientemente.

Este es el Camino del Yogui Moderno. Es el camino espiritual de todos los tiempos, desde el prisma que se quiera: judeocristianismo, el islam, hinduismo, budismo, etc. Es la única cosa que resuena en nosotros bajo la forma del concepto de libertad espiritual, bajo la forma natural de: "esto ya lo sabía".

La diferencia está, por supuesto, en volverse maestro en este camino. Conquistar la propia libertad, la propia individualidad en la sociedad. Este es el reto, el resto, que siga dormiendo.

Namaste.

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