octubre 24, 2005

Mensaje desde mi alma

Hoy he tenido un sueño en vida, y no puedo dejar de emocionarme al intentar escribirlo. Todo tiene que ver con la espiritualidad (checkeen este blog antes para antecedentes históricos) y con una conversación con mi padre.

Todos asumimos que la realidad que nos rodea viene desde el exterior, a veces lo aceptamos con menos resistencia, otras, simplemente no creemos en ello. Así de simple lo hacemos. Acabábamos de terminar de ver una película maravillosa: Código 46 ("Code 46"), y nos sentamos abajo en la cocina de su casa (la de mi padre) a conversar sobre todo, pero decidimos sin decidir que debíamos empezar con la pélicula y las visiones que de ella percibimos en nuestros corazones y nuestras mentes.

La sorpresa no fue tal. Mi papá me habló desde su historia. Él estuvo mucho tiempo preso, fue torturado y le creo cuando veo sus ojos y me dice, que la muerte le esperaba todos los días en la mañana, y que él la saludaba en sus pensamientos. Papá estuvo privado de su libertad física, pero yo pienso que ese momento de su vida fue uno de los momentos de mayor libertad que tuvo. Puso su vida en riesgo sin pensarlo, sin meditar en consecuencias, en muchas ocasiones. Esto significa, desde algún lugar de mi corazón, que no dudaba en entregarse por completo en todo aquello que se proponía al arriesgar su vida en Chacabuco, por sí mismo, por sus compañeros, por sus torturadores, por sus carceleros, etc.

Yo he visto Chacabuco con mis propios ojos. Y es un lugar muy desolado para estar preso. Por suerte, él no estaba solo.

La libertad que percibo en mi padre, es la libertad con la que se entrega a proyecto humanos difíciles, para colocar el hombro y las fuerzas para ayudar a la gente a superar el dolor y las penurias de la existencia. Y yo pienso luego, en mis libertades. En las tuyas, en las nuestras.

Creo firmemente que somos más libres a medida que menos sabemos. Con esto me refiero al saber de la información mediática, no al conocimiento espiritual. Miro a los niños, y los veo menos atados a la sociedad que a los adultos. Están más conscientes de sus actos. Nosotros los adultos ya no reconocemos nuestros actos como propios, a menos que estos nos golpeen de frente con sus consecuencias.

Lo noto cuando hablaba con mi padre. Le entendía poco en verdad a menos que me hablara desde sí mismo, desde sus experiencias y no desde los meros datos informativos. Me cuesta menos entender a la gente cuando hablan desde sí, desde sus experiencias, con todo el cuerpo, la cara, los ojos, el tono de voz, que cuando llenan sus discursos de palabras y datos sin relevancia absoluta con lo que sienten. Sí, me refiero a esos datos que adornan las conversaciones diarias que tenemos...

"Supiste que en el Mercurio tal dijo..."
"¿Viste cómo muere gente en...?"
"¡Descubrieron la chiquitolina 234X-V3000!"

Papá me habló sobre su visión de la película Código 46. Y yo le hablé del mío. Yo veía en una escena en particular una catarsis sobre la libertad, de su conquista y de su recompensa. Papá veía dolor y desilusión.

Prefiero creer que la gente muere feliz cuando está en camino a lograr aquello que más sueña con su genuino corazón. Aunque no obtenga lo que tanto desea, muere feliz y libre, pues muere en el proceso de darlo todo por conseguirlo, incluso dar la propia vida. Pues se hace sin pensar con la mente, sino que se actúa desde una unión particular entre el cuerpo y la mente, una unión que abiertamente declaro como la voluntad espiritual de ser libre. Cuando se es libre completamente, no estamos atados a las expectativas y no nos importa haber llegado al final, sino que descubrimos en el camino mismo aquello que anhelamos.

Los santos, los chamanes, los mahatvas, los brahamanes, los empresarios multimillonarios, el presidente Bush, los terroristas de Al Qaeda, todos ellos son maestros. Las personas veneran a los maestros muertos pues es una veneración segura. Algunos prefieren leer novelas o libros sagrados sobre la vida de estos grandes hombres para solventar una fe desde la reflexión pasiva. La gente prefiere a Cristo. O a Mahoma. O a Dios, el intagible y omnipresente de las Sagradas Escrituras.

Me dí cuenta de que la gente es escéptica con los maestros del hoy, aquellos que viven entre nosotros. No somos capaces de discernir las enseñanzas de los vivos. Deben estar muertos y sus obras deben ser consagradas, para que las aceptemos como modelos de vida. Mi padre dice que es porque sabemos con certeza lo que hicieron, tenemos confirmación de su compromiso en la vida. Así podemos discernir quién es recto, quién es perfecto, quién es ejemplo de acción divina o de acción perfecta (si lo prefieren, menos directo).

Seguir el ejemplo de los muertos cierra una gran posibilidad de crecimiento personal. No estoy diciendo que desechemos a los grandes maestros ya consagrados y muertos (o reencarnados, o resucitados), sino que prestemos atención a aquellos maestros que tenemos entre nosotros.

Todos somos maestros. Todos. Esta aceptación la practicaron aquellos Maestros ya muertos, ¿por qué negamos esta verdad? ¿Por qué cuesta creer que Bush nos está enseñando una gran lección sobre la vida misma? ¿Que Al Qaeda está realizando una gran labor asesinando gente "inocente"? ¿Que los vagos hediondos y drogadictos, no son sino seres iguales a nosotros, iguales a los multimillonarios, iguales a mí y a ti?

Nos preocupamos tanto de la mediática que desatendemos a nuestra voz interna, que no se cansa facilmente de enseñarnos. Sólo debemos prestarle los sentidos, la concentración y nuestra confianza, para aprender grandes cosas. ¿Por qué creemos ser distintos a los criminales? ¿A l@s asesin@s? ¿A l@s prostitut@s? La única diferencia entre seguir a Cristo, a Satchidananda, a Bush, a Mahoma, al Chamán Bogomudr es la dimensión de nuestra propia identificación con aquello que más resuena en nosotros: poder, amor, odio, guerra, paz, etc.

Nada de esto es verdaderamente malo. Especialmente, si yo estoy centrado en mí, y desde mí me muevo para conseguir lo que quiero. Vean, ¿no es acaso esto lo que todos ellos hacen sin igual? ¿Todos ellos sin excepción?

Cristo fue hasta las últimas consecuencias por Su Camino. Bush hará otro tanto. Los terroristas también. ¡Vamos, este mundo sería mucho mejor si lo hiciéramos todos!

Recuerden la vida de Buda (un vistazo en la novela de SIDDHARTHA, de H. Hesse). Hizo todos los caminos humanos posibles. Pecó, fue rico, fue pobre, miserable al fin. Cuando se cansó de buscar aquello que buscaba, simplemente lo encontró. Esa cosa vino hasta él. ¿O estuvo con él todo el tiempo?

¿Para qué yo voy a querer estar al tanto de los últimos descubrimientos científicos, si lo mío es contar ahora cuántas células hay en una retina particular? ¿Para qué quiero saber las últimas noticias mundiales? ¿Las últimas copuchas de la TV? ¿El último best-seller en venta?

¿Para qué quiero todo esto, si nada de ello me hará más feliz? Si no me la juego por darlo todo, incluso el escepticismo, por acercarme a un hombre que dice ser un chamán, que me habla al corazón de un modo en el cual no lo hace ni la radio, ni los periódicos, ni la TV, ni los libros, no podré aprender y menos acercarme a mi meta final de ser libre. Esto es lo más difícil de entender por ciertas personas, amigos y parientes.

Sí, creer desde la razón es difícil y a veces, imposible. Entonces, ¿para qué usar la razón, si lo que deseo es creer? Esto es muy difícil en realidad. Ir y escuchar a un maestro, y silenciar a la razón (o controlar la atención de la mente) para que podamos en verdad aprender algo de todo cuanto sucede mientras lo escuchamos. Y no hablo de necesariamente hacer Ley de lo que nos dice. Hacer todo lo que nos pide, sino de estar atentos a TODO LO QUE PUEDO APRENDER DE MIS EXPERIENCIAS CON EL. Lo bueno y, por supuesto, lo malo también. Pues al final, incluso esta distinción pierde todo sentido, simplemente, ES.

Esto cuesta más que leer todos los libros del mundo sobre el chi, practicar todas las religiones, adorar a todos los dioses (por si alguno de ellos resulta ser el Verdadero y Único), buscar el sentido de la historia humana, de las abducciones, del cientificismo y su Inmaculado Método, de los hechos y dtos informáticos o mediáticos. Es un camino más largo de recorrer, además, éste último. Mucho más seguro y cómodo.

Nadie nos enseña a mojarnos las patitas. Mojar el cuerpo entero por aquellos que deseamos. Aprendemos esto sólo escuchándonos a nosotros mismos. Si queremos ser sordos, pasará mucho más tiempo antes de que logremos el estado de paz que anhelamos con el mundo que nos rodea, nos puede tomar muchas vidas. Aceptar que todos somos maestros es un acto de fe, que despierta nuestra conciencia hacia todo lo que nos ocurre, nos da el discernimiento para la recta acción.

No despreciemos a nadie. O despreciemoslo todo. O ambas a la vez. Pero hagámoslo centrados y concentrados en nuestros deseos para la perfección espiritual, la paz y la armonía personales. Que desde este estado, la paz y la armonía se desprende hacia los demás. Hacer otra cosa es atarse más a este mundo impersonal, que no me ayuda a ser feliz, o bien, crea más esclavos humanos de sus emociones. Ser libre es controlarse a sí mismo. No digo que seamos entes sin sentimientos, sino que controlemos nuestras emociones y que no sean ellas las que nos controlen.

Lo mismo vale para cualquier otra cosa.

Ahora: ¿cuántos de ustedes habrán leído todo esto que ha sido mi honesta experiencia? ¿Cuántos de ustedes despreciará todo este texto por el mero hecho de carecer de datos comprobables, repetibles o refutables? ¿Cuántos de ustedes tienen suficiente fe y fuerza para hacer suyo su sueño más preciado?

¿Cuántas vidas habré de consumir para ser libre, ser uno con Dios?

Namaste. La Paz sea contigo.

Unas fotitos muy expresivas de la película en cuestión, ¡Ah! y vean la última de Tim Burton: The Corpse Bride. También enseña algunas cosas. En fin, todo lo hace, Jajajajajaja.


1 comentario:

LNGCh dijo...

esa onda. me parece estupendo.
...el cine es estupendo, es una forma estupenda de aprender a pensar y abrir nuevos mundos estando siempre en el mismo cuerpo. es la raja compadre.
te cuento que ahorita me estoy empezando a leer, entre retinas y campos visuales, la poetica del cine, del shileno raul ruiz...interesante miradita para comprender otras formas narrativas, esa onda.
bueno mano cya
tomás vega-zúñiga