octubre 03, 2005

Recuento de un Cumpleaños

Esto es digno de ser contado. En fotografías instantáneas polaroid si se puede, por favor, con la respiración contenida, como si capturasen los suspiros y los parpadeos de alguien a quien amamos sin temor, sin límites, como si no existiese un mañana. Sí y además quisiera transmitirle a mi público fiel, aquellos olores al viento y árbol, despertados por un sol caluroso y tierno, colocado en un cielo lleno de nubarrones blancos y grises. Quisiera que nunca faltasen los truenos, los granizos de hielo del tamaño de enormes diamantes cayendo estrepitosamente contra las tejas.

El concierto es maravilloso. Este día ha sido un regalo de la Naturaleza, de los traviesos espíritus del Viento y del Sol, del Agua y de la Tierra. Conversé con estos espíritus en la tarde, caminé con ellos, y entremedio, también lo hice con un alumno de la Facultad.

Murieron tres degus hoy. Nada más ni nada menos, el número exacto de este día. Y mientras moría el último, granizó sobre el laboratorio. Y yo pude ver a mi hermano roedor, iniciar su viaje hasta sus ancestros. Y supe que no tenía sentido intentar masajearle más el corazón, debía respetar su libertad, la única verdadera libertad. Lo dejé ir, y con ello, se desprendió otra parte de mí. Supe que los espíritus estaban mirándome, como siempre, pero yo ahora les devolvía la mirada.

Al regresar a casa, la Naturaleza me regaló un claro de lluvia, una tregua, y me mostró dos arcoiris invertidos, el cielo se dividía en dos, y yo volvía a romperme. Yo era una unidad parchada, y en la disolución abracé la gloria del entendimiento.

Quizás nada de esto haya quedado en las fotos.

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