Quizás una de las realizaciones cinematográficas que más pueden hacerlo a uno acercarse al trasfondo del mundo del terrorismo y de las organizaciones de inteligencia mundial. Eso fue Munich, para mí. El trasfondo, más que el drama humano de Avner (personaje intrepretado con maestría por Bana) y de su conciencia (manifestada en la paranoia de sus pesadillas), consiste en algo mucho más sutil.
Me sentí llevado a lo largo de la película como por el hilo conductor de un cuento de decepciones humanas y de sueños de justicia. Ninguna muerte puede acallar los lamentos de pena que ocasiona otra. Es el juego entre la abnegación de la maldad humana, los delirios pseudoreligiosos y la rectitud en la acción (donde se supone reside la justicia personal, no la social).
Buena y bien dirigida. Buenas actuaciones, nunca excesos de acción ni efectos. Bien ambientada. Creo que de las mejores que he visto hasta ahora. Lo que entristece al final, es que no hay paz en la historia del pueblo judío, ni en la historia de ningún otro pueblo.
Dudo que el hombre nazca genuinamente bondadoso, mientras esté rodeado de los fieros vicios de la sociedad. El terrorismo no contiene ninguna justificación en esta película, tampoco lo tiene para el espionaje y la inteligencia (Mossad). Limpia hasta el final. Sin piedad con Avner, nuestro gentil hombre de familia, con la venganza entre las manos... y una sed insaciada por una justicia que nunca se alcanza.
1 comentario:
Grande filme... grande história!
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